jueves, 18 de febrero de 2010

Creer o no creer, tener fe o no tenerla ¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos? Groucho Marx

Creer o no creer, he ahí el dilema. Pero ¿en que creer? ¿Cuándo creer?
He afirmado infinidad de veces que en realidad no es necesario creer en nada, que es mucho mejor afirmar sobre la base de las evidencias y mantenerse al margen de cualquier afirmación cuando no las hay. Bien, esto es parte del método científico. Es tonto creer en cosas que desafían las observaciones cotidianas, como por ejemplo creer que mediante algún tipo de hechicería, o encantamiento, o pensamiento esotérico, o poción mágica, las cosas caerán de abajo hacia arriba en esta roca, desafiando la ley de la gravedad. Si algo pareciera desafiar esta ley es que existe una explicación racional, como por ejemplo las motas de polvo, que parecen no caer como otros objetos, pero cuando se analiza su movimiento con las corrientes de aire se puede entender con claridad la aparente contradicción. CONTINUAR AKI

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