
Creemos vivir en una sociedad justa y con valores, dando por hecho que la realidad mediática es completamente cierta. Asentimos ante grandes medios adorándolos como al mesías, esperando la llegada del nuevo Dios: nuestro querido dinero. Aquél que hace las delicias de cualquier deseo inmediato, regalándonos esa efímera felicidad que nunca llegaremos a digerir.
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