«La mayor parte de los que tienen inclinaciones religiosas, que hablan de Dios y de la inmortalidad, fundamentalmente no creen en la libertad individual ni en la integración. Sin embargo, la verdadera religión es el cultivo de la libertad en la búsqueda de la verdad. No puede haber componenda con la libertad. La libertad parcial del individuo no es libertad. Cualquier condicionamiento, ya sea político o religioso, no es libertad, y por lo tanto no podrá jamás traer paz.
La religión no es una forma de condicionamiento. Es un estado de tranquilidad en el cual está la realidad, Dios; pero ese estado creativo puede llegar a ser sólo con el conocimiento propio y la libertad. La libertad trae la virtud, y sin virtud no puede haber tranquilidad. La mente tranquila no es una mente condicionada; no ha sido disciplinada o adiestrada para estar quieta. La quietud lega solamente cuando la mente comprende sus modos de proceder, que son los del “yo”, del ego.
La religión organizada es el pensamiento congelado del hombre, del cual edifica templos e iglesias; se ha convertido en solaz para los temerosos, y en opio para los afligidos. Pero Dios o la verdad, están mucho más allá del pensamiento y de las demandas emocionales. Los padres de familia y los maestros que reconocen sus procesos psicológicos que infunden miedo y tristeza, deben poder ayudar a los jóvenes a observar y entender sus propios conflictos y aflicciones».
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