«Sócrates hizo del diálogo la más importante actividad de su existencia, y al detener a sus conciudadanos día a día para interrogarlos sobre sus propias actividades y sobre el sentido de sus actos, hizo del diálogo la actividad más importante de Atenas. De tal modo que Sócrates no sólo fue el tábano de los atenienses, como él mismo se apodara. En Sócrates tuvieron su conciencia y encontraron su propia lucidez.
Jamás en la historia de Atenas, los atenienses se habían encontrado con un hombre que les saliera día a día a crearles problemas, allí donde todos parecían concordes y satisfechos. La actividad de Sócrates era algo que tiene que haberles resultado extraño y, al fin de cuentas, odioso: el ejercicio de un pensamiento crítico, provocativo, que pretendía llegar a los últimos fundamentos de cada acto humano y de cada convicción. Con Sócrates, la filosofía se estaba volviendo una verdadera provocación pública.
Todos los hombres que creen saber algo y saberlo bien, o todos aquellos que al menos están conformes simplemente con vivir tal como viven, todos, se sienten afectados por este hombre que levanta juicio intelectual contra el pretendido saber de unos y contra la inconsciencia de los otros».
Breve historia de la Filosofía (1997)
[Extracto del libro escrito por Humberto Giannini]