El fenómeno de la depresión, lejos de entenderse como el mal irreparable asociado a esa civilización angustiada por el sinsentido, aparece como la lógica rebelión de la naturaleza ante nuestra obediente programación mental, ante el sometimiento acrítico del pensamiento bajo la falsa conciencia del llamado pensamiento único. La enfermedad puede paradójicamente aparecer como una preciosa oportunidad de DESAPRENDER el saber aprendido y de desandar el camino andado, para que, desnudos de la hojarasca de los aferramientos, podamos al fin abrirnos a la experiencia del Ser que brota del silencio, haciendo que en cada momento la existencia vivida coincida con el ser que se presiente.
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