Según el portal yahel.wordpress, el servicio secreto británico (MI-5), sospecha que médicos musulmanes (terroristas, por supuesto), se han especializado en cirugía estética en varios hospitales de Gran Bretaña con la aviesa intención de, al regresar a sus países de origen, introducir explosivos en prótesis mamarias que implantarían en mujeres suicidas.
Ignoro si les resultará fácil encontrar demanda porque, por razones culturales y religiosas, no creo que abunden chicas musulmanas ansiando tetas de plástico como ocurre con las burguesas adineradas de Occidente. Para colmo, los agentes británicos dicen que los pérfidos galenos también pretenden insertar explosivos en las nalgas de los hombres. Esto no es ninguna broma. Me limito a opinar sobre una noticia publicada en el portal arriba indicado.
La maniobra estratégica consiste en introducir, durante el proceso quirúrgico, varios gramos de pentrita, sustancia explosiva que, aunque en pequeñas cantidades, puede provocar un orificio importante en el fuselaje de los aviones, que provocaría el desgobierno de la aeronave. Los expertos creen que un hombre con un trasero implantado, o una mujer con turgentes órganos glandulosos bien retocados, serían indetectables para los equipos de seguridad de los aeropuertos.
En fin. La paranoia occidental no tiene límites. Cualquier día nos dirán que los terroristas malos (porque los hay buenos, depende el bando donde estén ubicados) pueden esconder un artefacto con dos mini-cabezas nucleares, insertado en el aparato reproductor masculino. Ni el doctor Bacterio lo haría mejor. Todo vale con tal de justificar los crímenes que los imperialistas cometen en medio mundo, para prolongar la agonía del capitalismo.
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