‘Nada de lácteos’, es la orden de mi nutricionista. Después de escuchar una retahíla de los achaques que éstos provocan, incrédula, corro a consultar con el doctor José María Zubirán, mi médico de confianza, y me asombra su respuesta: ‘Pues, ¡claro! Me parece perfecto.
La leche y sus derivados, después de los cuatro años de edad, ya no son necesarios, y sólo te causan problemas’...
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