Hacía ya unos cuantos años de mi primer encuentro con “la abuelita”. En aquella ocasión, le pedí sanar mi relación con el género femenino y la mágica poción del Amazonas me envió unas imágenes muy claras del momento de “pérdida” de mi madre, cuando mi hermano tuvo el accidente que le dejó en el coma y yo, el benjamín de la casa, quedé relegado en el ámbito de prioridades de mi familia. La cantidad de visiones que me dejó aquella primera toma duraron varios días pero, seguramente, ya te acompaña de por vida esa manera de ver la realidad desde otro prisma.
lunes, 1 de marzo de 2010
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