“Vé más allá de la nacionalidad, la religión o la creencia y
recuerda la presencia quieta, silenciosa,
donde todas las cosas están unidas.”
Todos los días desarrollamos una serie de rutinas que muchas veces nos impiden parar y reflexionar sobre lo que está ocurriendo a nuestro alrededor, no ya en nuestro entorno inmediato, sino más allá.
El hambre, los conflictos armados, la enfermedad… son realidades con las que convivimos todos los días. Convivimos, porque todos formamos parte de la misma comunidad humana, y compartimos el mismo espacio vital en nuestro planeta.
Que nosotros, los privilegiados, no fijemos nuestra atención en los más desfavorecidos ni durante un día no es justo. De hecho, el mayor problema de todos los problemas que acucian al planeta es, en mi opinión, que no les hacemos el suficiente y debido caso. Si lo hiciéramos, si formaran parte de nuestras vidas de verdad, seguramente lograríamos ayudarles más eficazmente.
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