Los magos y los de su especie con frecuencia han preferido no tener nombre ni pertenecer a sitio alguno. No es de su agrado permanecer en un solo lugar, donde podrían llegar a acostumbrarse demasiado a los mortales. “Quien quiera que me llama por mi nombre es un extraño”, decía Merlín. “El hecho de que reconozcas mi rostro no significa que me conozcas”.
viernes, 30 de octubre de 2009
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