“El dinero y el poder y todas esas cosas por las que los hombres se torturan mutuamente y acaban por matarse a tiros tienen poco valor para quien se ha encontrado a sí mismo. Éste sólo valora una cosa: la misteriosa fuerza en su interior, que le ordena vivir y le ayuda a crecer. El que desconfía de la fuerza vital en su interior, el que carece de ella, tiene que compensarla con sucedáneos como el dinero. El hombre que ha encontrado el valor de ser él mismo y ha oído la voz de su propio destino no tiene ya el más mínimo interés en la política, ya sea monárquica o democrática, revolucionaria o conservadora. Le preocupan otras cosas. Para éste no existen ni el destino del Capitalismo, ni el destino del Socialismo, ni Inglaterra ni América; para él no existe nada más que la ley silenciosa y tenaz que late en su pecho, que resulta tan penosa al hombre cómodo y tradicional, pero que significa destino y Dios para el obstinado”.
sábado, 22 de agosto de 2009
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