Los Chamanes, a quienes en nuestro mundo civilizado denominamos curanderos y brujos, son poseedores de un importante corpus de antiguas técnicas que utilizan para curar y procurar bienestar tanto a los miembros de la comunidad como a sí mismos. Curiosamente, estos métodos chamánicos son similares en todo el mundo, incluso entre pueblos cuyas culturas difieren en otros muchos aspectos y que, separados por océanos y continentes durante decenas de miles de años, no han tenido ningún tipo de contacto. Estos pueblos a los que llamamos primitivos, al carecer de nuestra avanzada tecnología médica, tuvieron que desarrollar las capacidades naturales de la mente en lo referente a salud y métodos curativos, la uniformidad de las técnicas chamánicas parece indicar que, a fuerza de probar y equivocarse, pueblos diversos llegaron a las mismas conclusiones. El chamanismo es una gran aventura mental y emocional, en la que paciente y chamán participan en igual medida. Con sus esfuerzos y su viaje heróico, el chamán ayuda a sus pacientes a trascender su concepción normal y cotidiana de la realidad, que incluye la visión que de sí mismos tienen como enfermos. El chamán comparte sus poderes especiales con los pacientes y, en un nivel profundo de conciencia, les convence de que hay alguien que pone lo mejor de sí mismo en ayudarles. El auto-sacrificio del chamán provoca en el paciente un compromiso moral que le obliga a luchar codo a codo con aquál para ayudarse a sí mismo. Estamos empezando a darnos cuenta de que ni siquiera la moderna medicina occidental, que a veces parece obrar milagros, puede solucionar todos los problemas que tienen los enfermos o aquellos que quieren prevenir la enfermedad.
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